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Archivo de la etiqueta: Patio Maravillas

El Ayuntamiento de #Madrid concede de forma gratuita un espacio situado en el Paseo del Prado para el museo del arquitecto Emilio Ambasz por los “importantes beneficios para la #ciudadanía (por su retorno económico y la mejora de la imagen internacional de Madrid) como razones de interés público” y rebaja su protección histórico-artística para poder derribar el edificio existente (leer más aquí). Afortunadamente, aún tiene pendiente recibir la aprobación de la Comisión para la Protección del Patrimonio Histórico, controlada por el Gobierno regional (PP) y en la que participa con voz pero sin voto el Colegio Oficial de Arquitectos (muy crítico con esta iniciativa). Recordemos que fue dicha Comisión la que hace un año se opuso al proyecto de Norman Foster para reconvertir (que no rehabilitar) un palacete de 1902.

Para la cesión de inmuebles y solares abandonados que resultan de interés público para la ciudadanía y que generan beneficios sociales y culturales a nivel de barrio (pero claro, no económicos directos), ya es otra historia. El ejemplo lo encontramos en pleno centro de Madrid, en calle Pez, donde el Patio Maravillas lleva funcionando ya 7 años como centro social o espacio polivalente autogestionado (EPA) en un inmueble okupado: “los ciudadanos necesitan espacios como éste que sean gratuitos y accesibles para todo el mundo”, explica Sandra de Miguel, miembro de la asamblea El Patio (extraído de este artículo). También encontramos estas iniciativas en solares y edificios municipales, como el Campo de la Cebada (inserto en la trama histórica de La Latina) y en Vallecas, donde varios jóvenes del barrio decidieron transformar un instituto abandonado en un centro social con la intención de «recuperar la ciudad para los ciudadanos«.

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Imagen del Patio Maravillas

El Patio Maravillas se enfrenta desde hace varios meses a su desalojo; cuyo argumento inicial fue el estado ruinoso del inmueble (aunque lo consideran una excusa para especular con él). Ahora, la empresa Nivel 29, el nuevo propietario ha iniciado un proceso judicial para desalojarles. Si el colectivo no llega a un acuerdo con el Consistorio antes del 1 de mayo, lejos de disolverse, intentará abrir un nuevo capítulo en otro edificio. «Nosotros lo que queremos es algo para poder seguir dando sostenibilidad a este proyecto. Hay muchos edificios públicos vacíos y creemos que tenemos toda la legitimidad para reclamarlos», dice de Miguel.

Lejos de facilitarles otro inmueble abandonado de propiedad municipal, estos actores sociales que trabajan para mejorar la calidad de vida de sus vecinos, han de vagar de inmueble en inmueble viéndose siempre perseguidos por los vacíos legales que conllevan estas acciones. Pero claro, ellos no son ni Ambasz ni Foster.

 

La Custodia del Territorio se basa en fomentar la mejora del paisaje, la conservación de la biodiversidad y la gestión del territorio mediante contratos y acuerdos entre:

– el propietario de un terreno y/o los usuarios de tierras de cultivo, montes, granjas y otros recursos naturales

– las entidades de custodia y/o con las organizaciones públicas o privadas que trabajen para conseguir los objetivos anteriormente mencionados.

Es decir, se trabaja con este concepto para ámbitos rurales y agrícolas que posean valores naturales, culturales y paisajísticos que sean susceptibles de proteger. Donde los propietarios, de manera voluntaria, se comprometan a cuidar y mantener el patrimonio natural y cultural de sus fincas y, a cambio, a recibir apoyo, asesoramiento e incluso nuevas oportunidades para solicitar ayudas o poner en marcha iniciativas de desarrollo sostenible. Estas entidades también trabajan en acuerdos con terceros, es decir, con un propietario que cede su terreno a otra persona y/o asociación para su cuidado, mejora, explotación y conservación.

Desde hace tiempo, estas prácticas se intentan trasladar a la ciudad, a lo urbano, para establecer convenios tanto en espacios públicos como en inmuebles que tengan valores a proteger, promover o implementar; o bien, en aquellos elementos que tengan potencial (por su situación urbana, histórica o social) para generar dichos valores, entre los que se pueden destacar los culturales, históricos, arquitectónicos, urbanísticos, estéticos y, por supuesto, también los sociales, educativos, identitarios y colectivos.

Surge así el concepto de Custodia Urbana, que pretende negociar acuerdos entre administraciones o particulares con asociaciones y colectivos que realicen una función de interés público y cultural para la ciudad. Hay varias experiencias a lo largo del panorama nacional que están intentando elaborar estrategias urbanas y sobre todo, administrativas, que les permitan crear un marco legal en el que poder convivir con los poderes públicos y seguir con su labor social. Este marco legal, daría garantías para asegurar la continuidad en el tiempo de dichos proyectos urbanos, integrando a todos los actores que intervienen en la custodia de los espacios urbanos.

 

Ésta es una plaza - Lavapiés, Madrid (Imagen: Sebas Navarrete)

La gestión de estos espacios residuales, abandonados y olvidados que existen en la gran mayoría de nuestras ciudades y municipios, materializan la idea de “un nuevo mundo a través de sus desechos” (Pier Paolo Pasolini, 1968), transformándolos en espacios para la ciudadanía, la colectividad y el bien común. Generando nuevas formas de organización y vida en común en el espacio público, manteniendo así su condición de agente socializador como extensión de nuestros hogares (ocio, juego, encuentros y desencuentros) y nuestras escuelas (educación y responsabilidad urbana).

Más allá del concepto, de su definición, sus objetivos y sus bondades; para que los acuerdos sean efectivos y reales, es necesaria la apuesta de las instituciones por este tipo de prácticas, actualmente alegales. Consultando a expertos en Custodia del Territorio acerca de cómo se podría superar la problemática de ciertos colectivos de la ciudad de Madrid, que están viendo cómo se acerca peligrosamente el fin de su actividad debido a que los acuerdos de cesión con el ayuntamiento o con particulares, no se “pueden” renovar, nos confirmaban que es la voluntad entre las partes (política y vecinal) la que ha de velar y negociar la continuidad de los acuerdos. Y que cada uno de estos convenios será específico para cada caso, ya que por el momento, no existe ese anhelado marco legal en el que ampararse para conseguir que un proyecto permanezca durante el tiempo que no se use o explote un solar o edificio abandonado (ya sea con el mismo colectivo o con la sucesión de diferentes colectivos).

Para esto, son necesarios varios factores:

1. que la administración sea sensible a los movimientos sociales que tienen lugar en sus ciudades y se reúna con sus ciudadanos para mejorar la gestión de las ciudades. Mirar hacia otro lado y ser ajeno a la realidad, no es la solución

2. aprender de ejemplos extranjeros (como el ejemplo de París)

3. que en los encuentros que hablen sobre participación ciudadana (ya sea para reactivar un solar, un inmueble o para dar a conocer el patrimonio cultural de un determinado lugar) cuenten con administración y colectivos (conocimientos técnicos y sociales)

4. voluntad de todas las partes implicadas para generar acuerdos que faciliten la gestión o autogestión de dichos espacios.

 

En la actualidad, existen experiencias que consiguen reactivar espacios donde la convivencia y la organización vecinal generan focos de actividad cultural, social y educativa que hacen revivir la esperanza de que en lo común se encuentra nuestra identidad ciudadana, que en vivir lo público residen parte de nuestras vivencias y de nuestra personalidad, de nuestra educación y nuestro comportamiento cívico. Y de que a través del empoderamiento ciudadano, de sentir que la ciudad es de todos y que podemos participar en la gestión de espacios urbanos en los que aprender en la vecindad y de la vecindad, pueden mejorarse nuestros barrios, nuestras ciudades.

“El derecho a la ciudad no sólo es el acceso a sus recursos, sino también el derecho a reinventarla” (Henri Lefebvre, 1968).

C/ Pez - E.P.A. Patio Maravillas (Espacio Polivalente Autogestionado)

 

María Toro Martínez [Estudio Atope]

 
**ARTÍCULO ORIGINAL PUBLICADO EN LA CIUDAD VIVA**
 

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