>> Urbanismo y Gestalt (III): La responsabilidad
La responsabilidad
La terapia Gestalt permite a la persona transitar lo que le es difícil para aprender a hacerse cargo de sí misma. Funciona como un laboratorio de empoderamiento, en el cual aprendemos a sostener la propia responsabilidad desde un mínimo de bienestar, no desde la angustia. La responsabilidad es la capacidad de responder por nosotros mismos. Y no se trata de una obligación, si no de subrayar una obviedad. Como dice Claudio Naranjo en La vieja y novísima Gestalt: “La responsabilidad no es un deber sino un hecho inevitable. Somos los actores responsables de cualquier cosa que hagamos. Nuestra única alternativa es reconocer tal responsabilidad o negarla. Y percatarse de la verdad, nos cura de nuestras mentiras.”
Fritz Perls, padre de la Gestalt entendía que ser responsable significa tomar las riendas de mis propias acciones y aceptar mis sentimientos. Ser responsable no significa decirnos a nosotros mismos cómo “deberíamos” actuar o sentir, sino asumir nuestro propio poder de decisión en cada elección, aceptando también las consecuencias de éstas. Yo respondo por mí es la esencia de la responsabilidad. En los planteamientos de la Gestalt, las especulaciones y los razonamientos pasan a un segundo plano y lo que prima es la intuición, lo obvio, “ya que lo importante es el cómo y no se da demasiado juego a los porqués y las interpretaciones”.
Desde la Terapia Gestalt se hace mucho hincapié en que el paciente se haga responsable, de hecho, es uno de los principios básicos de esta terapia junto con el Darse Cuenta y el Aquí y Ahora. En terapia se le señala al paciente que se reapropie de lo suyo y de esa manera pueda hacer algo distinto de lo que viene haciendo hasta el momento. Y con este mismo objetivo lo incluimos aquí, con la esperanza de que los ciudadanos nos empoderemos, nos reapropiemos de nuestra responsabilidad para con nuestro entorno físico y social y podamos hacer algo distinto: darnos cuenta (analizar el entorno), responsabilizarnos (derechos y responsabilidades urbanas) y actuar apropiándonos del espacio y proponiendo soluciones desde la experiencia y no tanto desde el conocimiento técnico.
¿Podemos responsabilizarnos de ser ciudadanos proactivos, de nuestro papel en la ciudad, de tomar conciencia de que somos capaces de mejorar nuestras calles? “Las aceras y quienes las usan no son beneficiarios pasivos de la seguridad o víctimas indefensas de un peligro. Las aceras, sus usos adyacentes y sus usuarios son partícipes activos […]”. La ciudad (construida por ciudadanos durante siglos) determina nuestra actitud, sensibilidad y emoción al pasar por un sitio determinado u otro; nuestra manera de sentir el día a día es distinta si se reside en un barrio con lazos de vecindad y confianza tejida a lo largo del tiempo a través de pequeños contactos cotidianos, a un barrio dormitorio carente de tiendas de barrio, colegios, equipamientos públicos, etc. Entendiéndonos como actores y no como meros espectadores, proponemos retomar nuestra capacidad de actuar sobre lo que nos rodea a través del darse cuenta, de nuestra presencia o nuestra forma estar en la calle.

#verdEA @estudioatope, imagen realizada por Inma Martínez
Juanjo Imbernon Barbudo, Psicólogo
María Toro Martínez, Arquitecta