>> EA, talleres de arquitectura para niños

Desde que comenzó la andadura de Estudio Atope, hemos estado muy preocupados en llevar la arquitectura a los niños para concienciar de la importancia de cuidar nuestras ciudades, para hacerles ver que todos somos agentes importantes a la hora de pensar en nuestros barrios, en nuestros espacios públicos. Creemos firmemente que si los dotamos de los conocimientos necesarios y los dejamos explorar, facilitándoles los medios y el espacio, podrán ser (si así lo eligen) ciudadanos preocupados por la transformación, mantenimiento, cuidado, mejora y difusión de sus barrios y por ende, de sus ciudades. Acostumbrados a trabajar con adultos y niños más mayores, este año queríamos empezar a trabajar con los más pequeños, con la inocencia de sus miradas hacia el mundo y su incesante inquietud por aprender, por crear, imaginar, soñar… y enseñar. Para ello, sabíamos que lo mejor era rodearnos de los mejores docentes y contar en nuestro equipo con especialistas en este ámbito, ya que queríamos que nuestros talleres tuvieran una metodología pedagógica importante basada en la disciplina positiva y el fomento de la autonomía; y qué mejor manera de hacerlo que basándonos en la metodología Montessori. Así que, ¡manos a la obra! El año que viene comenzamos con una serie de talleres experienciales junto con la directora del Centro Infantil Guadalquivir de Jaén con unas líneas temáticas que empezarán siendo: «Mi casa», «Mi barrio», «Mi camino al cole».

La base de los talleres sigue siendo la experimentación, la aproximación creativo-soñadora y la facilitación más que la transmisión vertical de información. Se quiere implicar a los niños con el mundo que les rodea, con la ciudad que pisan y juegan, despertando su interés por la arquitectura y el urbanismo sostenible y sensible. Se fomentará su curiosidad por su entorno, dándoles herramientas para favorecer su creatividad, su capacidad de análisis, de observación, de proponer mejoras y de crear o imaginar espacios más divertidos, cómodos, seguros y adecuados donde jugar, pasear, investigar y en los que, por qué no, hacer la croqueta.

“John Dewey dejó claro que el ambiente donde se enseña y aprende es en sí un educador. Los buenos espacios enseñan y construyen. Los malos espacios no enseñan nada, nos ponen de mal humor e incluso destruyen tejidos sociales. El ambiente educador se extiende más allá del edificio escolar. La ciudad es educadora. El país y sus leyes son educadores. La calidad de su libertad es el principal educador” (Raedó, J.). En un mundo donde cada vez más los niños se mueven de un sitio a otro en coche, es importante volver a los pies, proponer una educación para la ciudadanía basada en vivir y habitar la ciudad. Los niños saben si una ciudad es segura o no, ellos más que nadie. En estos talleres se intenta que los niños sean conscientes de los problemas de su entorno cercano, que sean capaces de señalarlos, describirlos desde su perspectiva (y desde su altura, conocimientos y lenguaje: qué les gusta, qué les asusta, etc) e interiorizarlos para así buscar soluciones, generar propuestas y aportar sus deseos e inquietudes. “Si una ciudad es adecuada para la vida cotidiana de los niños quiere decir que es una ciudad segura, con poco tráfico, escasa delincuencia, con redes sociales estables en los barrios que cuidan colectivamente de sus niños” (Raedó, J.).

Francesco Tonucci explica cómo los adultos somos peores si no nos controlan los niños, peores como personas, como conductores, etc. y la ciudad se hace así más insegura. Estos talleres consiguen trasladar a los niños la importancia de cuidar y respetar nuestro entorno urbano: las calles que paseamos, las calzadas que cruzamos y las plazas que jugamos. Se pretende generar una chispa que avive el deseo de querer conocer más acerca de nuestra ciudad y transmitir lo aprendido, para así implicar a sus familias y conocidos y provocar una cadena de intercambio de conocimiento tanto generacional como vecinal. Nos parece también importante que los abuelos y los papás cuenten a los niños cómo eran antes las calles, cómo es hacer la plaza los sábados (seguir escuchando esta expresión en nuestro barrio de la mano de nuestros mayores para referirse a hacer la compra los sábados en el mercado municipal nos tiene encantados), cómo ríos de niños iban al colegio andando entre lazos de confianza y líneas del deseo, cómo se sacaba la silla a la puerta de la casa, a ese gran patio de vecinos que era el espacio público (y que puede volver a serlo).

 

 

 

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