>> El urbanismo de barrio y su dimensión sociopolítica
#planificación VS #gestiónUrbana (Parte II) #urbanismoDEbarrio
A diferencia del urbanismo tradicional (ligado a la planificación, de carácter principalmente técnico), las nuevas estrategias de gestión urbana constituyen un “conjunto de dinámicas con carácter eminentemente sociopolítico que intentan asignar coherencia, racionalidad y creatividad a las distintas medidas de políticas públicas que tendrán como escenario objetivo inmediato el nivel territorial local, o más específicamente, la ciudad […] siendo la gestión urbana la fase más real y participativa que como proceso político tiene lugar en la misma” (Carbonetti; Cáceres; 2003). Para un proyecto urbano razonable, además de la creatividad y la ética, se deben incluir, según Boisier (2002), la eficiencia y la legitimidad, valores que han de superar el principio de consistencia entre lo que se dice que se va a hacer y lo que se hace realmente. Esta metodología de diseño urbano aporta una nueva dimensión, la sociopolítica, que se adecúa a las peticiones actuales de la población en cuanto a la gestión de la ciudad: equidad, eficiencia, productividad, sustentabilidad, competitividad, microurbanismo, participación ciudadana, etc. Hablar de democracia en los procesos de desarrollo y transformación de nuestros barrios se torna en una utopía, ya que generalmente, estos se producen de arriba hacia abajo y los usuarios, pese a poseer un conocimiento local, emotivo, cotidiano, cercano y real de sus entornos, no pueden más que acoger los proyectos que se les imponen. Será la inserción de la participación ciudadana la que legitime y democratice los proyectos urbanos desde la base, al integrar los deseos locales a pie de calle y compaginar aspectos cuantitativos (técnicos) y cualitativos (sociales); y la que asegurará su continuidad al ser los ciudadanos los que los mantengan y protejan al sentirse implicados en los procesos de cambio de sus barrios.
El factor sociedad está siendo clave para el cambio de mentalidad en las formas de hacer ciudad, ya que son sus habitantes los que demandan un papel más activo en la toma de decisiones urbanas al sufrir, vivir y experimentar las acciones derivadas de dichas decisiones. Vidal (2008) asegura “que la reivindicación de la participación en el diseño urbano es también una vía posible para la recuperación de la dimensión política en la práctica social cotidiana”, ya que la dimensión económica es la que ha prevalecido sobre las demás en los últimos tiempos.
Participar en los procesos de mejora urbana fomentará la cohesión vecinal, fortalecerá los vínculos comunitarios y establecerá compromisos con los proyectos desarrollados. Promoverá el apego hacia el lugar generando sentimientos de orgullo y pertenencia al involucrar a los ciudadanos en la evolución urbana, e incorporará el entorno construido entre todos a los “procesos cognitivos y afectivos de manera activa” (Vidal, 2008).
Se puede afirmar que se está produciendo un cambio: de una planificación racional, a la cual le era complicado abordar la complejidad urbana, a una gestión urbana que recupera el concepto de ciudad como un todo resultante de la suma de piezas diferentes, y que por lo tanto, es necesario gestionar desde una visión multidisciplinar y colaborativa.
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«Manos a la Carbonera», Bogotá. Foto @estudioatope. Consultar proceso aquí