>> ¿QUÉ DESEA DEJAR A SUS NIETOS?

Érase una vez una ciudad que nació hace ya tantos siglos que he perdido la cuenta; y que había crecido hacia el norte, hacia el sur, el este y el oeste.

Este crecimiento fue impulsado gracias a un rey despiadado que lo único que deseaba era acumular cada vez más riqueza en sus arcas, un rey que todo lo había arañado y desquebrajado sin entender muy bien el daño hecho al paisaje que le rodeaba y le daba cobijo; sin entender, y ni siquiera cuestionarse, lo que le necesitaban y requerían las gentes de su reino.

Una ciudad que a pesar de todo esto conservaba un tesoro escondido en su centro, en el corazón de su historia, de su origen, su ser, sus tradiciones y su cultura. Y que pocos sabían apreciar.

En esta ciudad aún hoy después de tantos reyes destronados, todavía quedaba una vida y energía en ella desconocidas, que nacía de los orígenes más antiguos de su vida, esperando para ser reusada, reutilizada y reinventada.

Ella desearía que no hubieran sido tan poco numerosas las personas que hablaron con ella para preguntarle cómo estaba, qué necesitaba y en qué podían ayudar. Y ahora que ha pasado el tiempo y ha visto pasar tantas épocas, estilos, tradiciones, gentes y tantas anécdotas que relatar, desea sentarse cómodamente en un sofá y contarle a las generaciones venideras quién fue y quién será… quiénes son y serán.

Le gustaría poder dialogar con sus habitantes y llegar a conciliar el desarrollo que traen los nuevos tiempos y la conservación de lo que ha llegado a ser con el paso del tiempo, le gustaría consensuar el poder seguir avanzando hacia el futuro conservando y transfiriendo sus tradiciones y raíces.

Esta vieja ciudad se siente ciudad de ciudades, formada por los estratos superpuestos que la historia ha ido depositando con cuidado y poco a poco; y pide a sus ciudadanos la necesaria convivencia entre las formas del pasado y del presente.

Y aunque vieja y un poco ajada, quiere volver a escuchar los gritos de los niños jugando en sus calles, en esos espacios cubiertos por el cielo que siempre fueron lugares de encuentro, de sorpresas, de tránsito ininterrumpido. De descanso, de paso, de esperas.

Estos territorios son instrumento y espacio de todos, poseen identidad propia y señas que los caracterizan y los hacen únicos. En ellos se pueden encontrar formas diversas de habitar un lugar, de relacionarse con esta vieja ciudad, de coger una silla y sacarla al tranco de la puerta, y escuchar, y hablar con el vecino, dialogar. Y quizá intentar entender por qué esta calle es como es.

Son los espacios donde uno se puede sentir parte de su entorno, ser una pieza más del puzzle, que encaja con otras tantas piezas.

Estos lugares son esa plaza que se llena de la luz reflejada por una fachada inmensa que se une con el cielo y que lleva a un niño, con el balón en sus manos, a mirar hacia arriba e intentar imaginar cómo surgió lo que para él es una gran fortaleza en medio de una ciudad que por mucho que recorra siempre tiene algún rincón de vida que enseñarle y que contarle.

El paisaje que este niño recorre ahora a pasitos pequeños, ha ido generándose en el tiempo porque otros niños como él se hicieron grandes, y se sintieron parte de dicho paisaje y dejaron la huella de sus pasos (superpuestos en muchos casos) para poder seguirlos a veces como miguitas de pan en el camino y otras con el esfuerzo de encontrar como quién juega al escondite.

Esta ciudad que antes fue sólo cercana a sus habitantes, ahora lo es para personas que vienen de otros lugares, que se admiran ante sus catedrales, sus plazas tranquilas, sus esquinas por descubrir, sus laberintos por los que perderse, sus tumultos de gente ante tradiciones que ya no se saben ni por qué surgieron, pero que siguen estando ahí siglo tras siglo.

Y le llena de alegría poder cobijar entre sus calles a los habitantes que la viven día a día y al turista que la visita encandilado.

Cada ciudad histórica es única. Nos enseña a vivir y a convivir en la solidaridad.

Una vez esta vieja ciudad escuchó que las medianeras antiguas son como la gente dentro de un autobús intentando agarrarse a la barra, adecuándose al otro, dándose codazos cariñosos para poder sostenerse. Y esto espera ella de sus gentes, que sean amables, que se adecuen e intenten prosperar conservando sus calles, sus plazas y sus medianeras en las que se esconde tanta vida oculta tras un muro.

Le gustaría a esta señora ya mayor, contarle a sus ciudadanos quiénes son y preguntarles cómo quieren ser. Y le gustaría pedirles ayuda:

Que se organizara un gran grupo de trabajo formado por gente de distintas disciplinas que elaboraran un análisis desde la perspectiva individual de cada especialidad, y que lo pusieran en común en un debate continuo que reinventara los espacios históricos, los protegiera y los envolviera en un continuo desarrollo de futuro.

Que entre todos los ciudadanos, usuarios y habitantes, que se apropian de los espacios públicos, que los transitan y los habitan, aprendan a gestionar su patrimonio histórico para que prospere y se adapte a los nuevos tiempos conservando sus raíces y sus orígenes.

Que convivan en la solidaridad y la sostenibilidad dentro de una ciudad que ha visto pasar tantas generaciones que han ido dejando su propia historia escrita.

Que las personas mayores les cuenten a sus nietos cómo veían ellos la ciudad cuando eran pequeños, en qué ha cambiado y qué les gustaría que hubiera permanecido.

Que los abuelos se pregunten ellos mismos qué quieren dejar como legado de ciudad, cómo pueden cuidarla y mimarla para que sus nietos la hereden como ellos querrían que se conservara.

Que les pregunten a sus propios nietos qué les gusta de esta ciudad mágica que ha sobrevivido a lo largo del tiempo para que ellos pudieran conocerla; y qué les gustaría contarles a sus nietos cuando el paso del tiempo les permita contar su historia.

Que todos, vivamos donde vivamos, transitemos por donde transitemos, nos preguntemos qué nos gustaría dejar como legado a nuestros nietos.

Hemos de aprender que todo lo que deseemos se puede conseguir, que si queremos conservar nuestras Ciudades Históricas como el legado que nos dejaron nuestros abuelos, y los abuelos de nuestros abuelos… hemos de cuidarlas desde niños como ese tesoro escondido lleno de vida y energía que os contaba al principio esta ciudad encantada.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: