BAR EL PENICILINO |
Un brebaje y una frase cambiaron el rumbo de la historia de este local con dos puertas, una en la plaza de La Libertad, la principal, y otra en Cabañuelas, calle de nombre antiquísimo por cuanto se habla de ella en el siglo XIII. La fama reciente de esta taberna se gesta al final de los años cuarenta, cuando por la hambres de la posguerra la gente se moría de tisis sin que nadie pudiera remediarlo hasta que apareció la penicilina milagrosa del Doctor Fleming, que aquí llegó tarde, cara y escasa, sometida a un estraperlo mucho más cruel que el del pan o los garbanzos, porque la enfermedad urge más que el hambre.
Aquí llegó la noticia de sus prodigiosas curaciones antes que el antibiótico capaz en pocas horas de resucitar a un moribundo. Fue tal la fama y el revuelo que armó la penicilina que a uno de los muchos estudiantes que visitaban la taberna le dio por bautizar así a la estimulante pócima que la dueña había conseguido de la mezcla secreta de vinos y licores de su almacén. Fue entonces y a raíz de esa ocurrencia cuando la manía del pueblo empezó a llamar a este local como nunca antes se había llamado, «El Penicilino».
Data de 1872, cuando Lorenzo Bernal, que tenía fábrica de licores en Viana de Cega, decidió montar en un local de la Plaza de la Libertad 15 una taberna que sirviera también como despacho de sus productos.
Los vinos y licores de Lorenzo Bernal gozaron de tanto prestigio que en su propaganda le fue autorizado a utilizar el título de «Proveedor de la Casa Real», que era algo que impresionaba mucho a la clientela y que se alcanzaba, es de suponer, enviando a Palacio unas muestras gratis. Si a Sus Graciosas Majestades le gustaba, te remitían una carta de agradecimiento y un certificado de proveedor de la Real Casa, que equivalía a seguir mandando remesas, algunas de pago.
FUENTE http://vallisoletvm.blogspot.com.es/2009/11/el-penicilino.html
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